El hombre bestia teme la libertad
más que ha ser despellejado vivo.

Encerrado por cuatro paredes
no busca en el interior de la tierra
la piedra, aquella que encenderá de nuevo el fuego.

Salvado por el Filósofo
siente haber sido arrastrado bajo la luz cegadora.

Donde habita la noche y el día
nacen las cosas y su viaje.

Tan sediento está su corazón
que cruzará aguas y ríos sin beber ni una gota
hasta que no llegue a la fuente.